¿Te has convertido en un workaholic?


No nos referimos a la serie de televisión, sino al síndrome de sentirse bien cuando se está trabajando, que puede ocasionar desequilibrios en las vidas de las personas. Cualquier adicción es mala, aun cuando la cultura correcta no dice que el trabajar es “lo correcto”. Un workaholic es una condición muy recurrente en la cultura y ambiente laboral.

A pesar de que no existe una condición médica o psicológica que hable específicamente de las personas que son adictas al trabajo ( workaholic), este es un problema grave que afecta considerablemente al trabajador. Este desequilibrio está relacionado con el síndrome de burnout, o en castellano “quemado”, que es cuándo uno se siente desanimado por su situación laboral y no tiene energía alguna para desarrollarse en los aspectos restantes de su vida.

¿Qué es workaholic?

El término hace referencia al trabajo, sin embargo esta denominación involucra la inversión desmedida de tiempo en otras actividades como son: deportes, música, artes, etc. Ser workaholic no es una moda, es una adicción y por tal motivo hay que tratarla con la debida seriedad. El padecimiento se distingue por perder el control en situaciones cotidianas y por la dependencia al trabajo.

Los psicólogos establecen que cuándo una adicción aparece es porque sentimos en ella algo nuevo que nos provoca seguir alimentándola o inclusive hacerla más grande. En el caso del trabajo pueden intervenir ciertos factores, dependiendo de la personalidad, puede ser la capacidad de hacer dinero haciendo algo agradable (según cada quien), o el ambiente de trabajo, o el no tener ningún lugar ni nadie con quien pasar el tiempo libre. El peligro de esto, es que todo puede empezar como una ambición, nos consideramos ambiciosos si tenemos sueños, y nos proponemos trabajar para conseguirlos.

Existen síntomas y comportamientos que indican tendencia a ser workaholic:

No hay una rutina preestablecida. Un adicto al trabajo no respeta horarios, su afán por rendir más propicia que disponga del tiempo que debería dedicarle a su familia o a él mismo. Usualmente suele ser el primero en llegar a la oficina y el último en irse; basa toda su energía únicamente en sus tareas laborales.

Ser monotemático. Cuando uno se dedica enteramente al trabajo todo gira entorno a él y no hay disfrute de momentos ni relajación, ya que constantemente se piensa en lo que se hará al siguiente día en la oficina. Los allegados a un adicto al trabajo suelen percatarse con mayor facilidad de ello ya que su conversación estará dirigida siempre a aspectos laborales.

Despersonalización. Cuando la adicción al trabajo ha alcanzado niveles apremiantes, el sujeto tiene una suerte de insensibilidad, se observa a sí mismo como un autómata, suele tener reacciones violentas porque todo el tiempo quiere tener el control, o por el contrario, se le nota indiferente ante los conflictos de índole personal.

Llevarse trabajo a casa. Para vivir una vida plena hay que darle su lugar a cada cosa. Un hogar es un sitio para habitar, está asociado con la seguridad y la calma, es un espacio para compartir con la familia y relajarse. De ninguna manera hay que convertir una casa en un centro de trabajo, aparte de causar problemas con los familiares, no hay espacio para descansar en ningún lado, situaciones que para un workaholic pasan desapercibidas.

No podemos dejar de preguntarnos, pero ¿Por qué se consideraría algo negativo el ser adicto a algo productivo? Pues esta adicción trae consigo lo que traen todas las adicciones: efectos secundarios. Entre las repercusiones más comunes están las que afectan a nuestro lado cognitivo, lo mental (y nuestra estabilidad) relacionado con nuestra capacidad de aprender, el ser adictos al trabajo nos puede ocasionar cuadros de ansiedad, depresión, e irritabilidad (que en la mayoría de las ocasiones afecta a otras personas).

Por otro lado también nos trae problemas fisiológicos, aquellos que tienen que ver con el funcionamiento de nuestro cuerpo. Entre ellos puede aparecer insomnio, hipertensión arterial y estrés, algo así como el síndrome de abstinencia que afecta a drogadictos y a alcohólicos.

UTEL Editorial

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